De: La Frikipedia, la enciclopedia extremadamente seria. De: La Frikipedia, la enciclopedia extremadamente seria.
La Colegiala con gafas redondas también llamado Meganekko, es la heroína predilecta de los sueños húmedos de los nipones. Y probablemente de la mayor parte de los hombres, aunque se nieguen a admitirlo (y si lo hacen son unos pervertidos).
Se trata de una chica tímida y retraída que posee un encanto y una elegancia sobrenaturales por lo que, aunque es famosa por su discrección natural, misteriosamente todo el mundo la conoce y por ende, la idolatra. Lo que nadie sabe, o nadie quiere reconocer, es que la dulce muchacha aparte de poseer encanto y ser un dechado de virtudes (buena estudiante, buena amiga, buana hija, buana cuñada, BUENA... en todo) se ve sometida a la fatídica Ley de la Reversibilidad del Pensamiento Antagónico que en todo buen anime o manga nunca debe faltar.
La chica de cuerpo perfecto y cara angelical encierra un corazón negro como carbón y a la hora de actuar su papel suele ser fundamental para desarrollar una trama mínimamente convincente (dentro de los parámetros que los japoneses consideran normales en la industria del cómic).
Según el género del manga colegiala con gafas redondas puede derivar en subespecies:
Si se trata de un manga shonen o incluso hentai (ecchi) la chica será tan perfecta como inalcanzable para el desgraciado del protagonista. Seguramente sus padres estén forrados porque posean una empresa que genera billones de beneficios (léase Google) y que sólo se preocupan de que su hija sea obediente a sus mandatos sin importarles su propia felicidad.
La chica, apenada y de temperamento dócil, encontrara en el triste diablo que es el protagonista (perfil: veinteañero, fracasado, paleto, torpe a más no poder y con buenas intenciones; guapo o feo eso NUNCA importa, porque como todos sabemos, en los mangas NADIE es feo. Y si lo es muere rápidamente en extrañas circunstancias) la única salvación para librarse de la "monótona rutina" de gastarse millones como el que se cambia de camisa.
Normalmente suele dejarse seducir (se hace la sueca muy bien) mediante la técnica de "El patito feo", ella sabe que no lo es, pero tendrá que avergonzarse de cada uno de sus defectos (entiéndase: respirar, llevar gafas, tener pecas, llorar, reir, existir, etc) con una alta dosis de coloración facial (se prefiere el colorete remolacha por dar el toque más afectado posible)para desmayo y reblandecimiento del cerebro del protagonista. Ocasionalmente también empleará el ataque "braguitas de niña" que suelen provocar ganas de expulsar sangre por la nariz del protagonista a modo de ovación por el buen gusto de la chica (y por lo exiguo de la prenda, porque al parecer en Japón solo hay tallas XS) en cuestiones de lenceria íntima (¿acaso la hay de otro tipo?).
Como dato extra, señalar que, después de dejarse apuñalar (metafórica e incluso literalmente) por otras víboras menores (amigas suyas, por supuesto) consigue que el chico en cuestión se lance bajo las ruedas de un coche con tal de verla sonreír (grave indicativo de que la locura es uno de los síntomas principales del amor) y en semejante estado de embriaguez mental producido porl as feromonas (la promesa de tener sexo siempre será un buen soborno) la chica se transforma completamente en la dominatrix que había ocultado ser siempre. A partir de entonces, se descubre que tiene un temperamento maquiavélico (=Sadam Hussein tuvo que dejarlo con ella porque le causaba pesadillas su risa), que putea a compañeros y profesores, que su ambición no conoce límites, disfruta maltratando a todo lo que se le pone a tiro y que el novio es otra víctima más de su hipocresía. Tanto es así que muchos coinciden en que grandes personalidades femeninas de la historia antes fueron colegialas de gafas redondas (véase: Catalina la Grande, Erzsebeth Báthory, Margaret Tacher,Ana Botella, Belén Esteban o Rei Ayanami).
Éstas evitan todo contacto carnal por parecerle extremadamente desagradable que alguien pueda intoxicar su inmaculada piel con el asqueroso sudor de sus dedos. Se calientan con facilidad pero luego cuesta camelárselas para llevarlas al huerto (de Getsemani). Sin embargo y contra todo pronóstico, salen airosas de cualquier problema (como la destrucción del mundo, la caída del Antiguo Régimen o una huelga indefinida de mineros) y todo el mundo termina perdonándolas, sino por su cara bonita, si por la seguridad de que dos piernas corren más que una silla de ruedas.
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